Una noticia divulgada en Menéame da cuenta de un reciente estudio que ha concluído que la mala letra de los médicos estadounidenses es causa indirecta de alrededor de 7.000 muertes al año, así como de millón y medio de intoxicaciones por tomar el medicamento equivocado. Al parecer, la mayor parte de los errores se deben al empleo de abreviaturas en la indicación de la dosis y a la imposibilidad de leer algunas de las más de mil millones de recetas que se extienden anualmente en EEUU.
Tengo la sensación de que este mismo fenómeno podría estar produciéndose en nuestro país. En España la mayor parte de las recetas siguen cumplimentándose a mano, con letras solo descifrables por farmaceúticos expertos, y de forma incompleta. Muchos médicos alegan que la situación de sobrecarga que padecen les impide una actuación más correcta pero, paradójicamente, rechazan emplear medios electrónicos para prescribir aduciendo que la receta manuscrita es más rápida de cumplimentar. En el fondo late una poco disimulada resistencia a ser controlados en un asunto como este, tan sensible y que mueve tanta pasta y tanto incentivo más o menos confesable.
La llegada de los ordenadores ha propiciado que todos escribamos más, pero casi nunca a mano.La escritura a mano se reserva para las cosas rápidas. De hecho, creo que lo único que manuscribo es la lista de la compra o recados que tomo al teléfono; nada más. Esta situación me conviene, pues tengo una letra parangonable a la de cualquier médico, malísima, ilegible incluso para mí.
Es una situación curiosa, porque en el colegio se esforzaron en enseñarme buena letra. Me obligaron a hacer todos los cuadernos de caligrafía Rubio, del primero al último, con todas esas frases tontas o claramente sesgadas. No funcionaron. Lo que realmente me gustaba era hacer los dibujitos de la parte de arriba, y eso sí lo aprendí: pasé todo el bachillerato y la carrera haciendo dibujtos y, consecuentemente, pidiendo apuntes.
Tengo la sensación de que este mismo fenómeno podría estar produciéndose en nuestro país. En España la mayor parte de las recetas siguen cumplimentándose a mano, con letras solo descifrables por farmaceúticos expertos, y de forma incompleta. Muchos médicos alegan que la situación de sobrecarga que padecen les impide una actuación más correcta pero, paradójicamente, rechazan emplear medios electrónicos para prescribir aduciendo que la receta manuscrita es más rápida de cumplimentar. En el fondo late una poco disimulada resistencia a ser controlados en un asunto como este, tan sensible y que mueve tanta pasta y tanto incentivo más o menos confesable.
La llegada de los ordenadores ha propiciado que todos escribamos más, pero casi nunca a mano.La escritura a mano se reserva para las cosas rápidas. De hecho, creo que lo único que manuscribo es la lista de la compra o recados que tomo al teléfono; nada más. Esta situación me conviene, pues tengo una letra parangonable a la de cualquier médico, malísima, ilegible incluso para mí.
Es una situación curiosa, porque en el colegio se esforzaron en enseñarme buena letra. Me obligaron a hacer todos los cuadernos de caligrafía Rubio, del primero al último, con todas esas frases tontas o claramente sesgadas. No funcionaron. Lo que realmente me gustaba era hacer los dibujitos de la parte de arriba, y eso sí lo aprendí: pasé todo el bachillerato y la carrera haciendo dibujtos y, consecuentemente, pidiendo apuntes.
En cualquier caso, quizás no sería mala idea poner a los médicos americanos a hacer los cuadernos Rubio. Puede que tengan más éxito que yo.
Es una pena, cada día escribimos menos a mano. Así es que cuando llega el momento de escribir una postal navideña, o la típica carta de toda la vida mi letra se resiente. Por suerte apuntes en la uni los sigo cogiendo pero vamos, que se nota la poca soltura con el boli cada vez más. Sobre los médicos? A veces yo misma me preguntaba si el farmacéutico de turno nos daba lo que en la nota ponía...pero bueno, que conste que al menos en mi ciudad por la seguridad social suelen dar las recetas hechas por ordenador, claro que cuando vas por el seguro privado ahí no se esmeran...manda narices!!! Enna!