Los grandes acontecimientos históricos como el 11-s generan ciertas actitudes tópicas. Una de ellas es que todos recordamos cómo nos enteramos de lo que estaba pasando y lo que estábamos haciendo mientras sucedían estos hechos. Las conmemoraciones periódicas del suceso implican que, de paso, echemos un vistazo de reojo a cómo éramos, qué hacíamos y cuanto hemos cambiado. Cada uno tenemos una historia de ese día.
El 10-s me dediqué a una labor inusual: estuve cosechando patatas en el pueblo de mi pareja. Como no tenía ninguna práctica con las labores agrícolas el esfuerzo (innecesario) que realicé fue tremendo. En consecuencia, el 11-S fué el día en que más agujetas recuerdo haber padecido en mi vida.
Pese a ello fuí a trabajar. Al salir, decidimos ir a comer a un bar. Estaba completamente lleno. A fondo, una televisión sin sonido enfocaba las torres; una de ellas ya humeaba. Nadie prestó atención a la tele hasta que se constató que el informativo mantenía constantemente la imagen de las torres en lugar de la habitual secuencia de noticias. Nadie sabía de que iba el tema. La gente empezó a hacer chistes acerca de películas de rascacielos con Bruce Willis. Acabamos de comer y nos fuimos sin saber realmente de que iba la cosa, pero con esa inquietud produce la alteración del ritmo del telediario: algo importante debía estar pasando.
Ya en casa nos enteramos de toda la tragedia. Permanecimos pegados a la pantalla toda la tarde y noche, saltando de canal, viendo una y otra vez las mismas imágenes. El contador de víctimas sobrepasaba las 5000: no nos lo podíamos creer.
Dos años antes habíamos estado en Nueva York. En aquel viaje nos acercamos al pie del Wordl Trade Center, pero todo ese frío entorno de inmensos rascacielos nos abrumó y decidimos no subir; preferimos dejarlo para otro momento, y optamos por el más cinematográfico Empire State, que nos pareció hecho a una escala más humana, y más entrañable en su decrepitud. Durante el 11-s lamenté todo el tiempo no haber subido a las torres gemelas, sólo por sabía que ya no podría hacerlo.
Lo que más me impresionó ese día fueron las imágenes de personas arrojándose al vacío. Imágenes de desesperación extrema que pronto desaparecieron de los informativos. He visto este fin de semana un estupendo documental sobre este tema, en el que se confirmaba que los medios de comunicación decidieron no mostrar a personas saltando porque reflejaban una realidad demasiado incómoda para los americanos: la vulnerabilidad.
El 11-s todos intuímos que vendrían cambios apocalípticos para nuestra forma de vida como consecuencia de los atentados. Es cierto que algunos cambios han llegado: el mundo parece hoy más peligroso, más inseguro y desde luego menos amable de recorrer. Pero tengo la sensación de que aún faltan bastantes por llegar.
Yo lo recuerdo tambien perfectamente , tenia examenes de setiembre y estaba en casa estudiando , viendo la tele , mire y pense , vaya pelicula , pense era un trailer de algo , y me quede muda al oir a la comentarista, estabamos viendo la muerte de miles de personas en directo .
El mundo entero lo vio en directo , el segundo avion al menos , comtemplamos la bararie , casualidades ese dia a esa hora estaba en casa.
no nos engañemos , fue la declaracion de guerra de la pobreza y la anarquia del islam frente a occidente ,y el tiempo esta corroborando esta realidad .