Los premios Darwin se conceden a aquellos individuos que, matándose de la manera más grotesca y absurda, más contribuyen a la mejora de la especie humana. En concreto, se premia a aquel que muere de manera estúpida y no deja hijos con los genes que han causado esa idiotez de muerte. Lo que se celebra es el perfeccionamiento del genoma humano, honrando a aquellos que al eliminarse accidentalmente a sí mismos, contribuyen a que la próxima generación sea algo menos idiota.
Como ejemplos punteros de premios Darwin destacan el terrorista que envió una carta bomba que le fue devuelta por franqueo insuficiente,…, y la abrió; o aquel otro tipo que, deseando mostrar lo resistentes que eran las ventanas de su despacho en la vigésima planta, cargó contra ellas en presencia de sus invitados, rompiéndolas y cayendo al vacío.
Estos galardones son una iniciativa personal de una norteamericana, una tal Wendy Northcutt, que por supuesto edita el correspondiente libro (en España lo edita RBA). Pueden consultarse en esta web.
Como es natural, este premio se concede normalmente a título póstumo. Sin embargo hay una excepción al requisito de morirse: si el candidato no fallece, pero queda incapaz de tener hijos tambien resulta elegible para el dudoso honor de recibir el premio en vida.
Los ganadores de este año han sido Jason y Sara, dos jóvenes de Florida de 21 años, a los que no se les ocurrió otra cosa mejor que meterse en el interior de un globo de helio, sin tener en cuenta que el oxígeno es bastante necesario para vivir. Northcutt aclara que no se encontró rastro de alcohol o drogas en sus cadáveres, lo que confirma que su hazaña se trató de pura estupidez.
Tambien ha sido premiado, como finalista, un brasileño que intentó desmontar un cohete de los gordos mediante el expeditivo método de pasarle con su coche por encima. Como quiera que este método no resultó eficaz, el buen hombre optó por acabar la faena a martillazos. La explosión destruyó el taller donde trabajaba, seis coches que había dentro y, por supuesto, a tan esforzado trabajador.
Otro destacado finalista ha sido Philip, un inglés de 60 años, al que se le aplicó una crema por todo el cuerpo para tratarle una infección cutánea durante un ingreso hospitalario. El pobre hombre fue advertido de que dicha crema era muy inflamable y que, en consecuencia, debía alejarse de cualquier tipo de mecha o llama pero, ay, Philip no podía vivir sin su cigarrillo…
No con menor mérito tambien fue declarado finalista un tal Kennon, de 26 años, que murió electrocutado cuando la cometa que volaba tocó unos cables de alta tensión. Kennon era hijo de un electricista y, quizás por ello, había dotado a su cometa de un cable de cobre que agarraba con firmeza en el momento de su fallecimiento. Northcutt advierte que al pobre Kennon le sobreviven 6 hermanas y 5 hermanos.
Estos premios, al igual que los Antinóbel, nos hacen reir para despues hacernos pensar.
joer, menudas ideas, jajajaja, por dió un poco de sentido común xDDDDDD