A pesar de que tengo un pasaporte en vigor, resulta que para entrar en estados unidos no me vale. Por tanto he tenido que ir a una comisaría a sacarme uno nuevo que sirve, según parece, para que lo lea un ordenador.
Ir a una comisaría no mola. Es inquietante. Nadie quiere estar allí mucho tiempo, y yo tampoco. Al fin y al cabo qué vas a esperar de un sitio que está decorado con las fotografías de los criminales más buscados.
Dentro de la comisaría había un montón de gente esperando. Detrás de un largo mostrador se afanaban varios funcionarios atendiendo a los sufridos ciudadanos, que eran llamados por un sistema de números. Cogí el mío y me quedé observando.
Al final del mostrador había un cartel que ponía en letras grandes "puesto inoperativo". Y así era: detrás de ese cartel estaba un funcionario que efectivamente estuvo inoperativo los cincuenta minutos largos que esperé hasta que me tocó la vez. Miraba a la pared, daba charla a algún compañero que pasaba por ahí, e incluso atendió alguna llamada telefónica personal. Todo esto no tendría mayor mérito si no fuera por el hecho de que esta notoria inactividad se producía a la vista de unas cuarenta personas esperando y sin otra cosa que hacer que mirarlo a él.
El resto de los funcionarios, todo hay que decirlo, curraban que se las pelaban. De hecho una vez atendido el nuevo pasaporte me lo dieron ¡en 10 minutos!. Yo me imaginaba que tendría que esperar al menos una semana.
El nuevo pasaporte es chulo. Tiene dibujos de animalitos en todas sus hojas, con mapas que detallan el rumbo de sus migraciones. El pasaporte anterior lo cortaron y le estamparon un enorme sello de cancelado (me dio algo de pena). Después comprobé que, pese a que he viajado con él, todas sus hojas estaban en blanco. En las fronteras ya no tienen la costumbre de poner un sello que te sirva de recuerdo.
yo siempre pido que me lo sellen.. hace mas ilusión!
Besitos y gracias por visitarme!