El Festival de Benicassim va por la doceava edición. Yo asistí a siete de ellas.
La primera vez fué en el año 98. Me enganchó un maravilloso concierto de Björk en una noche de luna llena. Me enganchó el clima. Me enganchó el ambiente de buen rollo. Bueno, me engancharon muchas cosas, algunas legales.
Durante 7 años el festival se convirtió en una de las rutinas más agradables y excitantes de mi vida. Estabámos pendientes del cartel, reservábamos hotel con gran antelación y preparábamos el viaje para hacerlo con tiempo y sin agobios. Ví a prácticamente todos los grupos que me interesaban, a muchos de ellos en su mejor momento.
Mi último FIB fue en 2004. El gran reclamo de ese año era este señor:
Fuí muy fan de los Smiths en los ochenta, así que este concierto era para mí de lo mejor que podía esperar del festival. Me sentía feliz. Sin embargo, media hora antes de la hora prevista para la actuación, sucedió esto:
Al parecer todo era cuento. Hubo rumores de todo tipo: que si le había dado un ataque de pánico, que si había ofrecido actuar al día siguiente y la organización no aceptó... El caso es que el muy cabrón nos plantó y yo me quedé sin uno de los conciertos que más deseaba ver.
No he vuelto al FIB, pero lo echo mucho de menos. Durante este fín de semana busco información en periódicos y telediarios, veo las imágenes de la gente y me imagino pegando botes entre la multitud, sentado a la sombra con una cerveza en la mano viendo el escenario al fondo, o desayunando a base de horchata en una piscina... haciendo las mil cosas que me encantaba hacer.
Pero , al menos, esta noche el cabrón de Morrissey me devolverá el concierto que me debe. Lo dan en directo en la tele a las 9 de la noche, y lo veré con mi hernia discal, una cerveza y una envidia que te cagas.
Y debo ser mala persona, porque casi me apetece que su avión tenga que volver de nuevo a Londres por "problemas técnicos"....
